Muchas personas no son capaces de pedir ayuda, se sienten vulnerables o no quieren molestar al otro. Estas personas tienden a cargar sus problemas y muchas veces no pueden solucionarlo por esta dificultad para pedir ayuda. En este artículo explicamos la importancia de pedir ayuda, de valorarnos igual que a los demás y de reconocer nuestras limitaciones, para poder afrontar nuestro día a día de forma más eficaz.
Cuántas veces hemos pensado: “¡Yo puedo sola! ¡No necesito que nadie me ayude! No quiero molestar al otro pidiéndole ayuda”
Hay muchas personas que tienen problemas para pedir ayuda a los demás, y no saben o no pueden pedir lo que necesitan. Se sienten incapaces de pedir ayuda. Se sienten incómodas cuando tienen que pedir lo que necesitan.
Si hay alguna situación que nos genera un problema, nos incomoda o desagrada, siempre es mejor comunicarlo para intentar evitar que esto continue ocurriendo. Guardandonos los problemas, solo conseguimos que nos produzcan dolor interno. La mejor forma de dejar de sentir dolor, es dejarlo salir, expresarlo, pidiendo ayuda, explicando nuestro problema y buscando una situación o solución alternativa al momento actual.
Muchas personas sienten que son menos importantes que los demás y que sus necesidades importan menos. Estas personas se valoran poco y, por tanto, tienen una autoestima muy baja. En realidad, todas las personas somos iguales y todas nuestras necesidades son igual de válidas.
Mis necesidades también importan y, por tanto, pido aquello que necesito y peleo por ello si hace falta. La única forma de que los demás nos valoren, es valorarnos a nosotras mismas y hacernos valer.
También hay personas muy perfeccionistas y se exigen poder con todo. La autoexigencia y el autoperfeccionismo son características que van a impedir que pidamos ayuda porque asociado a esto está la creencia de no poder fallar, de tener que saber hacerlo todo de forma perfecta.
Han interiorizado que pedir ayuda es una forma de “no ser perfecto” y de fallar y, por tanto, no pueden permitirse pedir ayuda, porque esto les generaría mucha ansiedad y les rompería los esquemas de la “autoperfección”.
Una forma de autocuidarnos es dejándonos ayudar y pedir ayuda a los demás cuando lo necesitamos. Pidiendo ayuda no molestamos a los demás, ¡los demás también se sienten bien cuando nos ayudan! Además, una forma de rebajar esa autoexigencia y autoperfeccionismo es reconociendo que somos seres vulnerables (como todos) y que esta vulnerabilidad no nos hace menos válidos, ni peores. Sino, justo al contrario, ¡reconocer nuestras limitaciones nos hace fuertes!
Es importante que podamos ser personas autónomas y poder hacer las cosas por nosotras mismas, sin embargo, no somos seres independientes. Todos y todas necesitamos a los demás, y debemos pedir ayuda cuando lo necesitamos.
Deja una respuesta