Trauma – EMDR

“Como seres humanos, somos una especie sumamente resiliente. Desde tiempos inmemoriables, hemos ido recuperándonos de incesantes guerras, de innumerables desastres y de la violencia y las traiciones en nuestra propia vida. 

Pero las experiencias traumáticas dejan huella […] en nuestra mente y en nuestras emociones, en nuestra capacidad de disfrutar y de mantener relaciones íntimas, e incluso en nuestra biología y nuestro sistema inmunológico. 

El trauma no solo afecta a aquellas personas que están directamente expuestas a él, sino también a quienes les rodean.”

Este fragmento del libro “El cuerpo lleva la cuenta” de Bessel van der Kolk, M.D. define muy claramente aquello que viven las personas que han tenido que vivir ciertos acontecimientos  traumáticos que han marcado sus vidas.

Cuando ocurre un trauma, a menudo queda grabado o bloqueado en la memoria debido al impacto emocional de ese momento. El trauma muchas veces marca un antes y un después en la capacidad de funcionar de algunas personas, llegando a poder desarrollar algunos trastornos psicológicos o problemas de salud mental.

La terapia EMDR, siglas en inglés que significan Terapia de Desensibilización y Reprocesamiento mediante Movimientos Oculares, parece estimular la capacidad de procesar las experiencias traumáticas, por medio de la estimulación bilateral alternante.

A través de la psicoterapia personal y con la ayuda del EMDR podemos llegar a superar o soportar mejor aquellos acontecimientos del pasado que nos afectan en nuestro funcionamiento diario. La terapia EMDR ayuda al cerebro a procesar estos recuerdos y permite que se reanude el proceso de curación natural que quedó interrumpido. La experiencia aún se recuerda, pero la respuesta de lucha, huida o congelación asociada a la situación traumática se resuelve.

La OMS viene recomendando al EMDR ya desde 2013 como uno de los tratamientos recomendados para los trastornos relacionados con el trauma. 

Para más información sobre EMDR puedes consultar la página de la Asociación EMDR España.

Antes de la aparición del cerebro, no había color ni sonido en el universo, ni había sabores ni aromas y probablemente pocas sensaciones y nada de sentimientos ni emociones.

Antes de los cerebros, el universo tampoco conocía el dolor ni la ansiedad.

Roger Sperry.

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