Como padres y educadores tenemos que ayudar a nuestros hijos e hijas a sentir y expresar las propias emociones, para que puedan crecer en un ambiente de protección y llegar a poder conectar consigo mismo y con los demás.

La primera expresión de las emociones de los niños es franca, directa, no verbal y ajena a los aprendizajes: el bebé ríe, llora y grita, sin ningún tipo de inhibición ni enmascaramiento.
Uno de los aspectos más importantes a tener en cuenta cuando hablamos de emociones, es la EXPRESIÓN EMOCIONAL.
Todas las emociones deben de ser expresadas, deben descargarse, salir a fuera, no deben quedarse dentro de nosotros, porque a la larga nos puede producir un daño emocional o salir en forma de “explosión” emotiva.
Las emociones en la infancia son:
- Las emociones son intensas.
- Las emociones son frecuentes.
- Pueden recibir aprobación o desaprobación.
- Los cambios en la expresión son muy rápidos.
- Las emociones cambian de intensidad.
- Las emociones se pueden detectar mediante síntomas conductuales
Los niños/as necesitan poner nombre a las emociones que están experimentando. Cada vez que veamos que un niño está contento, triste, enfadado, sorprendido, etc. nosotros, los adultos, debemos nombrarla, hacerle saber cuál es la emoción que está sintiendo, con una frase del tipo: “te veo contento; veo que esto te ha hecho enfadarte; lo que te pasa es que estás feliz” etc. Para que ellos puedan ir asociando las sensaciones con la emoción determinada. Y por último, también es muy importante dejarle sentir esa emoción, sea agradable o desagradable, sin intentar distraerlo o intentar cortarle la expresión y experimentación de la emoción. En las familias donde se niegan los sentimientos y no se habla de lo que les pasa, ni se les deja experimentar con cada una de las emociones que vamos sintiendo en las situaciones que vamos viviendo, los niños suelen acabar confundidos, con poca inteligencia emocional y pobremente conscientes de sí mismo y de su yo interior.
Debemos comprender las emociones de los niños, ser receptivos con éstas, transmitirles esta comprensión y ayudarles a expresar, canalizar las emociones de una forma adecuada, sana y adaptativa. Los niños se sienten fácilmente invadidos por sus emociones y necesitan a los adultos para que les ayuden y les enseñen a expresarlas.

“Cuando sentimos y expresamos alegría, nuestra tristeza disminuye o incluso desaparece,
Cuando lloramos nuestra tristeza, tras la paz que nos queda puede brotar la alegría,
Cuando expresamos de forma sana nuestra rabia, lo que sentiremos, además de que ésta desaparece, es empoderamiento, más capacidad de realizar lo que nos proponemos,
Cuando recibimos amor, nuestro miedo disminuye y nos sentimos seguros y protegidos”
Macarena Chías y José Zurita
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